- "Garden"
Ésta es la primera vez que Ergo sale de la casa del doctor Faustus en no sabe cuánto tiempo. Curiosamente, no hay pájaros en el jardín, lo que sí se escucha es una vibración extraña y semejante al ronroneo de un montón de gatos negros. ¿Querrán vengarse de Ergo?
En medio de tanto atropello, Eloise perdió el dedo índice de su mano derecha, que Ergo ha sustituido por una salchicha. Nuestro protagonista teme que Faustus le esté espiando; y tendría motivos para ello, al fin y al cabo ha robado su obra maestra. Ergo comienza a asimilar que va a pasarse toda la vida escondido en el jardín mágico como un fugitivo. Lo cual puede no estar tan mal.
Sucumbe por fin al sueño y escucha una voz recitando incoherencias (0:11:50-0:17:50). Y a la mañana siguiente, todo está lleno de pájaros. Habla con un albatros, y se da cuenta de que las aves le han sacado los ojos a Eloise. Y cuando ella despierta, su voz suena bastante cascada (0:19:40-0:21:43).
No sólo eso: la pobre muñeca llora aceite por los dos agujeros donde solían estar sus ojos, está hecha un desastre. Pero Ergo conserva algo de esperanza, al menos hasta que Eloise pierde el control, sale corriendo y choca con un enorme árbol (0:23:18-0:24:04). Y... ¡crash! Ya sólo quedan de ella las piezas dispersas por el suelo.
Así que como ya hizo en la fiesta del segundo cacho cuando se sentía incómodo, Ergo coge un ukelele (esta vez crece en un árbol) y toca un réquiem por su amada (0:26:02-0:28:51).
Cartel de la película 'Las aventuras del barón Munchausen', de Terry Gilliam |
Seguramente el barón encontró en uno de sus viajes este invento, que sirve para fabricar mentiras. Escuchamos algunas (0:34:39-0:36:32): que los calcetines los inventó una pelirroja, que los gusanos son cajas de cartón empapadas en brandy...
Y tan fascinado está por la dichosa máquina, que Ergo no se da cuenta de que sufre una metamorfosis digna de Ovidio: sus piernas quedan cubiertas de raíces, en el que es el comienzo de una extraña enfermedad que le convierte en una especie de árbol viviente.
- "The Invention of Birds" & "The Circus of Delightful Misery"
Ergo culpa de su estado a un rarísimo hongo de Indonesia cuyas esporas al parecer inhaló. Se pasa entonces siete años investigando su condición y crea un grupo de afectados donde él es el primer miembro (lo cual le hace sentirse, en cierto modo, orgulloso). Pero por muy raras que se pongan las cosas, nunca falta una canción que nos permite coger aliento (0:47:10-0:50:18).
Ahora bien, resulta que todo era un sueño-dentro-de-un-sueño a lo Buñuel. Ergo sigue en el jardín, y ahora algo amenaza con aparecer detrás de un arbusto: un cocodrilo de madera. Además, surca los cielos un avión de 1920 con un piloto que lleva una bolsa en su cabeza.
La verdad es que en este punto pierdo un poco el hilo de la historia. "No he dormido, y no sé si he estado despierto", llega a comentar Ergo. A continuación, ve un cartel que dice "Has llegado en la oscuridad" y escucha un monólogo sobre secretos que nadie puede recordar a cargo de James Nye (0:58:44-0:59:21).
En el plano musical, Ergo va a volver a demostrar su destreza con la técnica del collage, intercalando entre otros muchos elementos las partituras del compositor del Barroco alemán Melchior Franck, y recuperando la música del pato y el cuco que escuchamos en el cuarto cacho.
El penúltimo escenario con el que nos toparemos es una habitación blanca, que parece una antigua fábrica. Hay hombres-pájaro encerrados en jaulas y del techo desciende un gran cartel que dice "La invención de los pájaros" (el título de la sección central de este quinto cacho). Y de repente, Ergo se siente como si fuera una marioneta.
Llegamos así a la conclusión, titulada "The Circus Of Delightful Misery" (El circo de la miseria deliciosa"). Después de la marcha que anuncia la llegada de este espectáculo (1:48:22-1:49:28), reaparece "La danza macabra" de Saint-Saëns que ya sonó brevemente en el tercer cacho, esta vez formando parte de un mash-up (1:49:29-1:54:48).
Ahora estamos en un sótano con una marquesina, un escenario y más gente-pájaro entre el público. Una mujer hace acrobacias y llora, acompañada por un enorme perro. El público está sorprendido, pero silencioso. Una enana vestida de prostituta sale con un gramófono y también hace acto de aparición el mono que solía mearle encima a Ergo cuando era un muñeco de madera.
Tanto en el plano musical como de la historia, en este quinto cacho apenas se añaden nuevos elementos o personajes: es más bien el momento de los reencuentros y de atar los cabos sueltos.
Contemplamos acto seguido la danza del emperador Rodolfo II (1:57:32-1:59:21), precedida de los aplausos enlatados que salen del gramófono activado por la prostituta. También el doctor Faustus se echa un bailecito, aunque Ergo cree que le está mirando. Y el espectáculo ha de cerrarlo Marcel Duchamp, quien va a cantar la misma canción que en el primer cacho.
Detrás de él puede verse a cincuenta bailarines vestidos de pájaro, y a Ergo le parece reconocer a alguien. Uno de ellos es él mismo, Ergo Phizmiz, bailando: "No estoy donde pensaba, entre el público viendo el espectáculo, sino que me he convertido en el espectáculo o al menos en parte de él". Ergo va a vivir una eternidad de canciones y danzas en este diabólico circo. Aplauso, y baja el telón.
Ahí termina la historia, pero no la música: todavía escuchamos la canción de Duchamp (2:05:24-2:10:17), otra que recuerda bastante a Tom Waits (2:17:46-2:33:01) y una grabación de campo con más piar de pájaros y lo que parece el sonido de una cascada (2:33:02-2:56:20). Como suele decirse, éste ha sido un extraño viaje.
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